Famosos estropeados

El tiempo no pasa en balde. A algunos los años les sientan mejor que a otros, pero es evidente que más tarde o más temprano todos comenzamos a sufrir los achaques propios de la edad.

Sin embargo, existen algunos casos en los que los cambios a peor son demasiado drásticos, y en la mayor parte de los mismos poco ha tenido que ver la acción ejercida por el dios Cronos.

La edad (y los vicios) no perdonan

Excesos, cirugía estética desmedida, drogas… La fama puede venir mal acompañada, y estos 10 ejemplos lo certifican:º

NICK NOLTE

Todo un icono en la década de los 70 que en 1992 llegó a ser elegido por la revista ‘People’ como el hombre vivo más sexy del mundo. Sus problemas con el alcohol han conseguido que de aquel mito sólo queda una sombra embutida en ropa negra muy holgada.

MICKEY ROURKE

Otro caso de mito erótico cuyo atractivo ha ido diluyéndose con el paso de los años. Rourke siempre fue aficionado al boxeo, y cuando su carrera interpretativa pasó por un mal momento a principios de los 90, decidió retomar la práctica de este deporte. Con los años, su cara fue quedando más desfigurada, y lo cierto es que las operaciones estéticas a las que se sometió después no hicieron más que empeorar el resultado, hasta quedar casi irreconocible.

ANDRÉS PAJARES

Uno de los actores cómicos más prolíficos de nuestro país y ganador de un Goya cuyas últimas apariciones en los platós televisivos han evidenciado su desmejorado aspecto. A los trastornos mentales que arrastra desde hace años (y que le obligan a tomar fuertes medicaciones) se le suman un exceso de intervenciones estéticas que han conseguido restar expresividad a uno de los principales rostros de la época del destape.

DAVID HASSELFHOFF

Series como Los vigilantes de la playa o El coche fantástico le valieron ser uno de los intérpretes más conocidos del panorama televisivo. Y no es que nadie dude del carisma y la simpatía de Hasselhoff, pero es evidente que su alcoholismo (quién no recuerda aquel vídeo grabado por su hija en el que apenas puede comer una hamburguesa en el suelo de una habitación de hotel) y su aspecto artifical (resultado de su afición al bisturí) no le han sentado nada bien.

PAUL GASCOIGNE

El que fuera uno de los mejores futbolistas británicos de la década de los 90 es hoy una caricatura demacrada que consiguió volver a las portadas de los tabloides ingleses por otro altercado en el que su adicción al alcohol y el mal carácter del deportista parecen haber sido los detonantes. Cualquiera diría que tiene 47 años.

AARON GUERRERO

Probablemente su nombre real no os diga demasiado, pero si hablamos de Chechu, la cosa cambia. La trayectoria televisiva del que fuera el hijo pequeño de Emilio Aragón en Médico de familia no ha sido precisamente meteórica, y salvo apariciones esporádicas en Yo soy Bea y su participación en ¡Mira quién salta!, poco más se ha sabido de él. Bueno, eso y que ha engordado unos cuantos kilos y tiene principio de alopecia…

HALEY JOEL OSMENT

Pero si de kilos de sobra se trata, el premio gordo (nunca mejor dicho) se lo lleva el niño que en ocasiones veía muertos. Puede que hayan pasado muchos años desde que saltara a la fama con El sexto sentido, y es probable que en el camino hayan caído muchos donuts. En cualquier caso, en su próximo proyecto encarnará a un nazi canadiense. Eso sí que da miedo.

MACAULAY CULKIN

Unos tanto y otros tan poco. Imaginamos que al bueno de Culkin el tiempo pasado solo en casa hizo que no comiera bien y su estómago encogiera. Si a eso le sumamos un poquito de drogas aquí y allá, el resultado da escalofríos.

SYLVESTER STALLONE

Pocos actores pueden presumir de haber encarnado a personajes tan emblemáticos como Rambo. El problema es que si antes no sentía las piernas, ahora tememos que no siente la cara. La afición al botox le debe venir de familia, porque su madre (que por cierto lee culos para adivinar el futuro) es la versión gótica de Carmen de Mairena.

MICHAEL DOUGLAS

70 años y un cáncer de garganta son motivos suficientes para no tener un aspecto como el de antes, pero Douglas hacía tiempo que había perdido el atractivo por su empeño en mantener un rostro libre de arrugas a costa de su expresividad.