Las enfermedades mentales en Barrio Sésamo
¿Recordáis esa serie que nos enseñaba a contar, a resolver conflictos y, en general, marcó nuestra infancia? Pues los aparentemente alegres habitantes de Barrio Sésamo también tenían sus problemas. Cada uno de los personajes tuvo que lidiar con algún desorden mental, según la personalidad que mostraban.
Epi
Según su carácter, Epi era propenso a sufrir Insomnio y ADD (trastorno por déficit de atención). Este alegre personaje siempre mostraba problemas para dormir, unos niveles de atención realmente bajos y una enorme dificultad para centrarse y estar tranquilo.
Blas
Blas siempre fue un personaje con una personalidad muy peculiar y casi antisocial en algunas ocasiones, lo cual puede ser explicado por el Síndrome de Asperger. El pobre Blas siempre prefería estar a solas sin que le molestasen, nunca daba muestras de humor, tenía dificultad para manejar su ira y se obsesionaba fácilmente con cosas cotidianas.
La Gallina Caponata
Otro de los personajes más emblemáticos de Barrio Sésamo también sufría, aparentemente, un grave problema mental: la esquizofrenia. Caponata experimentaba alucinaciones habitualmente, a menudo mostraba síntomas de depresión severa y tenía amigos imaginarios, con los que compartía animadas charlas.
Elmo
El pobre Elmo tampoco se escapaba. Con su autoestima excepcionalmente alta, hablando de él en tercera persona (Trastorno de Identidad Disociativo), siendo egoísta y pensando que el mundo giraba a su alrededor (lo que en la serie era “el Mundo de Elmo”) es fácil concluir que Elmo poseía un desorden narcisista de la personalidad.
El Monstruo de las Galletas
Lo de El Monstruo de las Galletas se veía venir desde pequeños. Con unos niveles de autocontrol muy bajos, siendo un comedor compulsivo y teniendo la costumbre de comer cualquier cosa que se ponga por delante, este personaje de Barrio Sésamo sufría un grave trastorno alimenticio compulsivo.
El Conde Draco
La verdad es que el Conde Draco era un personajes con una personalidad más que inquietante en el Barrio. Con su irrefrenable necesidad de contarlo todo a su alrededor, una y otra vez, era víctima de un trastorno obsesivo compulsivo.
Coco
El imaginativo Coco siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir. No obstante, también mostraba un problemilla algo mayor: Megalomanía. Su autoestima estaba más que inflada, deliraba habitualmente y siempre pensaba que era poseedor de poderes y habilidades especiales.
Óscar
¡Pobre Óscar! Viviendo en la basura era muy feliz; coleccionando todo tipo de objetos sin valor, en unas pobres condiciones de higiene e incluso mostrando miedo a abandonar su hogar (agorafobia). Está bastante claro que lo que le ocurría a nuestro amiguito verde era el Síndrome de Diógenes.