El sueño eterno de la Alta Costura
París acoge los únicos desfiles autorizados a utilizar el adjetivo Alta Costura, unas palabras que suponen el epítome de la moda y el colmo de la exclusividad.
Estas obras de arte que se lucen sobre el cuerpo tiene un limitado mercado de unas 200 clientas en la actualidad, un reducido público que va unido a un igualmente pequeño número de casas de Alta Costura. Durante estos días, solo 25 diseñadores presentan en la capital francesa -10 miembros permanentes, 5 miembros correspondentes por su cualidad de extranjeros u 10 invitados-, una cifra que ha ido descendiendo desde las más de cien existentes antes de la II Guerra Mundial y entre los que han pasado nombre tan distintivos como Givenchy, Balmain, Christian Lacroix, Paco Rabbanne, Azzedine Alaïa.
UN NEGOCIO PRÓSPERO Y ASPIRACIONAL
A pesar de estos escasos números a ambos lados de la aguja, la Alta Costura sigue siendo un negocio próspero que, incluso durante la crisis, ha visto subir las ventas de estos diseños, cuyo precio medio es de 60.000 €. Sin embargo, los desfiles que se pueden ver en localizaciones como el Gran Palais se organizan menos para estas clientas y más para crear ese sentimiento “aspiracional” en todo aquellos “pobre mortales” que no pueden permitirse pagar esta piezas exclusivas, pero que están dispuestos a abrir su cartera para comprar una pieza de marroquinería de firma, productos que representan el 61,6 % de las ventas de la industria francesa, y así poder sentirse un poco más cerca del sueño de la Haute Couture
Baste recordar que cuando estos desfiles se pensaban para vender las confecciones, se realizaban en pequeños salones donde las modelos desfilaban acompañadas de un número que luego la mujer indicaba para realizar su encargo, mientras que hoy son grandes espectáculos de pirotecnia pensados para crear el mayor eco exterior.
ORÍGENES: TRADICIÓN GALA POR LA MODA
A pesar de la parafernalia, cada una de las piezas de estos desfiles es heredera de la larga tradición gala de la costura que convirtió a Francia en el centro del mundo de la moda desde el siglo XVIII. Sin embargo, contradictoriamente, será un inglés, Charles Worth, quien sitúe las bases jurídicas que protejan estas obras de arte
Worth, fue el primero en crear las división de colecciones por temporadas que se presentaban en la intimidad de su tienda parisina donde las más distinguidas mujeres escogían cual querían que se cosieran a mano de acuerdo a sus medidas. La familia Worth fue, además, la creadora de la antecedente de la actual Chambre Syndicale de la Couture Parisienne, en la que se agrupan los modistos que desfilan durante esta semana y a la que solo se puede acceder siguiendo unas estrictas normas que acreditan la artesanía y la calidad de la labor, además de evitar copias.
UN PROCESO MUY METÓDICO Y ESTRICTO
Con al menos 15 personas trabajando a tiempo completo en ateliers situados en París, las casas de costura tienen que presentar dos colecciones anuales con, al menos, 35 diseños realizados completamente a mano -aunque Lagerfeld en Chanel lleguen incluso a doblar este número- y con más de 100 horas de trabajo por cada uno. Para no desperdiciar las exclusivas telas, se exige que hasta que el modelo no sea el definitivo, los sucesivos proyectos se realicen sobre telas simples, como el algodón. Una vez tomada la decisión definitiva, una de las costureras tomará en sus expertas manos el diseño y, también por exigencias de la Cámara Sindical, será la única que intervenga en su elaboración.
La vanidosa Maria Antonietta, que hasta llegó a dar el título de “Ministra de la moda” a su diseñador y sombrerera, fue la primera clienta de este tipo de arte, antes incluso de la creación del término Alta Costura. A ella la siguieron la emperatriz Eugenia de Montijo, Wallis Simpson, los “cisnes” de Truman Capote – Gloria Guinness, Marella Agnelli, C.Z. Guest, Slim Keith, Babe Paley -, la española Eloísa Bercero o las más contemporáneas Daphne Guinness, Aleksandra Melnichenko o la esposa del emir de Catar, Sheikha Mozah.
Para completar cada uno de los encargos, se realizan no menos de 4 pruebas sobre la clienta, a quien se le asegura que no existen más de 3 unidades de su traje por continente: el que se muestra en pasarela, el que se guarda en los archivos de la Casa y el que se realiza para ella.
Christian Dior, Chanel, Jean Paul Gaultier,Giorgio Armani Privé, Valentino, Atelier Versace, Elie Saab, Schiaparelli, Stéphane Rolland, Zuhair Murad, Giambattista Valli, Viktor; Rolf, Maison Martin Margiela, Ralph; Russo, Bouchra Jarrar, Julien Fournié, Alexandre Vauthier, Frank Sorbier, Rad Hourani, Adeline André, Serkan Cura y Dice Kayek serán los encargados estos días de mantener este sueño hecho por manos de hadas, como decía el gran Dior, o, siendo más terrenales, mostrando la ropa más cara que el dinero puede comprar.